Siendo estudiante de fisioterapia los profesores nos hablaban de radiografías, ecografías, resonancias magnéticas y las definían como pruebas complementarias a los juicios clínicos que debíamos realizar, juicios clínicos a los que dedicamos miles de horas, aprendiendo pruebas, test, técnicas, valoraciones, escalas, etc.
Cuando empezó mi vida como profesional dedicaba mucho tiempo a la valoración del paciente, valoración de la cantidad y calidad de movimiento, valoración de las compensaciones, del dolor en menor medida y en resumen de la valoración de cualquier detalle que me pudiera indicar dónde residía la disfunción que había hecho que esa persona estuviera ante mi pidiendo ayuda.
¿Qué hacemos cuando en una placa o resonancia no hay evidencias de lesión? ¿Le decimos al paciente que no tiene nada? ¿tratamos?
La medicina actual, la de las últimas décadas, desgraciadamente depende en mayor medida de los recursos económicos, pero creo sinceramente que las personas que nos dedicamos a esto podemos hacer algo más; uno de mis lemas es menos pruebas complementarias y más juicio clínico. No hay que temer a la clínica, hay que perder todo el tiempo que sea necesario en la correcta valoración del paciente, porque no es una pérdida de tiempo, en realidad es el tiempo mejor empleado, y nuestro paciente, si tiene paciencia, lo agradecerá. Además hay que abrir los ojos, ver más allá de lo que nos cuenta el paciente, cuál es la causa y el origen del dolor que le ha traído ante nuestras manos.
Debemos huir de la "fastmedicine", el juicio clínico es el paso más complicado, el más costoso y el que requiere todos los sentidos y conocimientos del terapeuta, no debe ser un paso veloz ni apresurado, las patologías y disfunciones requieren tiempo y merecen ese tiempo y sobretodo el paciente es el que merece dicho tiempo.
Mi pregunta no es por qué las pruebas complementarias se han convertido en las que marcan el diagnóstico, a pesar de que podemos encontrarnos con pruebas mal realizadas, sino si seremos capaces de encontrar tiempo para trabajar tal y como nos enseñaron.
Vicente Lozano Beltrán
2012